Y para que no digan, ahora contaré porqué a las tortillas tampoco me gusta ir. Mi abuela que tampoco es tuerta y, mucho menos tonta, le entró de lleno a la justa, magnánima y prudente idea del changarrilización del país. Y montó un puesto de tacos de guisado y, como alguien tenía que ir por la materia prima, su dedo condenatorio se dirigió hacia mi personita. Mi tarea era tempranito, con una pinche geta, con un hilillo de baba seca adherida al cachete, lanzarme a visitar a los obreros del nixtamal y, solicitar unos cuantos kilotes de tortillas.
Como sabe todo aquel que ha pasado por estos menesteres, el asunto es harto mecánico extender la servilleta, esperar a que pongan las torres de tortillas, cubrir rápidamente y pagar. A veces te puedes comer un taco de sal, pero no más. Todo fue así hasta que dejó de despacharme un tipo como de veinte años, con una sonrisa de campeón de juego de pelota, que no podía con ella y, vino a su relevo una mujer de la misma edad, que hasta ese momento era la encargada de llenar la máquina de masas para después vomitar las tortillas calientitas, que más tarde serían presas de los dedos asquerosos de la burocracia que acude diariamente a los “Tacos de labuela”.
Cuando ella empezó a despacharme empezó lo que a mi juicio era un tranquilo interrogatorio, el que siempre sucede cuando uno quiere saber un poco del otro, por más que fuera un trato de compra-venta era natural crear cierto vínculo, pero desconocía el verdadero motivo de aquello. Después aparecieron ciertas atenciones… como recibirme con una tortilla calientita para hacerme mi taco matutino, perdonarme uno o dos pesos, tener aquellos kilos apartados para no hacer cola, o hasta de darme mi pilón con más tortillas, que seguro serían beneficioso a la hora del armado de los tacos.
En una ocasión la linda mujer llevaba un escote tan pronunciado que la redondez de las tortillas quedó en un segundo plano. Y bien dicen que donde hay hambre no hay tortilla mala, pero a pesar de que mi condición es de constante hambre, por eso los que me conocen nunca me preguntan “¿F tienes hambre?” Esa vez no tenía antojo, quizás por lo temprano, pero sólo Centéotl lo sabe.
Sin embargo, al instante me tope con la mirada calcinante, que podía calentar hasta un totopo, de aquel gallardo obrero blandiendo tremendo desarmador que me hizo pagar con una mano temblorosa y una voz entrecortada al decir “gracias”. Pero eso era tan sólo el comienzo. Los celos en los hombres son más claros que el agua que requiere la masa en su mezcla con la cal y el nixtamal.
Un día, ya alertado de estar en medio de una rencilla entre novios, en la cual era el motivo para celar al campeón otomí de juego de pelota, (no por nada el pueblo nahua consideraba a éstos tontos pero con una gran potencia sexual), decidí volverme más parco, atrás quedarían las sonrisas de agradecimiento y las atenciones, así mientras cubría las tortillas ella me ayudó, pero con alevosía y ventaja me tomó de la mano.
Levanté la vista no para mirarla y agradecer aquella muestra de afecto, sino ver dónde estaba él y, por supuesto, el pinche desarmador de la vez pasada Ese día todavía blanco presenté mi renuncia ante mi abuela, que más tarde me curaría de espanto, escupiéndome agua a la cara al mediodía y, es que el contrato no contenía nada, absolutamente nada, de gastos médicos por ataque de celoso enloquecido, con todo y pleonasmo. Pero también atendiendo eso de por andar recosechando otras milpas, cosechan las tuyas.
Presentación
De naturaleza doble. Nací en la Ciudad de México pero también lo hice en un poblado de la mixteca alta oaxaqueña. Por eso siempre soy dos (basta que vean mi cuerpazo, pues, son dos en uno). Y así mi alma escindida está condenada por siempre a la ambigüedad, a la ambivalencia y al doble sentido.
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Cochinito

Come gente
1 comentario:
¡¡qué pasó mi estimado señor F!!! como que ya hace falta una plática larga como la tripa de aquellos memorables tacos ¿no?... por cierto, creo que cerraron el puestecillo por no tener baño para clientes... ahora venden caldo de camarón arrimado a la pared...
ta chido su blogspot, pasaré a visitarlo más seguido.... mientras tanto se cuida licenciado, nomás no por andar pidiéndole el salero a la de las tortillas me lo vayan a ensartar...
mucha suerte con todo..
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